sábado, 25 de junio de 2016

Volcán-Monte Pelee

Volcán-Monte Pelee
Hoy les hablare del Monte Pelee un volcán que se encuentra en Martinica una isla que pertenece al departamento de ultramar francés ubicada al norte de Santa Lucía en aguas del mar Caribe, mas especificamente en la región de St. Pierre que en ese tiempo, era la ciudad más grande y la capital de Martinica.






Este volcán es famoso por la extraordinaria destrucción que provocó su erupción en 1902, en la cual murieron mas de 30,000 personas y que arrasó completamente la región, destrozando St. Pierre.







En 1851-1852 este volcán tubo un evento importante el que se tomo como un episodio de menor importancia que ni siquiera causó daños materiales, lo que creó en los habitantes una falsa conciencia de seguridad.
El estudio de los fenómenos de ese tiempo explica la inacción de los pobladores y las autoridades ante la catástrofe de 1902.
El monte Pelée no era considerado, para entonces, un peligro para los ciudadanos de la región.
El 5 de agosto de 1851 la ciudad de St. Pierre dormía tranquilamente. A las 11 de la noche se dejó oír un ruido distante que fue confundido con el de un trueno. Sin embargo, al prolongarse el sonido y no cesar de inmediato como lo habría hecho un trueno, la gente comenzó a despertar preocupada.
El comité científico reunido por el gobierno organizó una expedición destinada a estudiar el centro eruptivo de dicho volcán.
El terreno, cubierto de cenizas, se veía fragmentado y atravesado de fallas y grietas que antes no estaban allí, y había claras indicaciones de numerosos deslizamientos de terreno, que los científicos atribuyeron a los vapores exhalados por el volcán y a temblores de tierra.
Más arriba, a 965 metros de altura, descubrieron dos fumarolas que señalaban la ubicación de dos nuevos cráteres activos. Liberaban un humo blanco y vomitaban las corrientes de lodo que habían cubierto todo el valle. El radio de devastación fue calculado en unos 1.000 metros.
La intensidad del fenómeno fue decreciendo poco a poco hasta desaparecer por completo en el primer semestre de 1852. Pero las conclusiones del comité científico demuestran una absoluta falta de comprensión de la verdadera naturaleza del monte Pelée.
Sus conclusiones erróneas fueron las siguientes:
Que la erupción del 5 de agosto de 1851 fue un acontecimiento local limitado solo a los márgenes del río Claire, y que sus efectos solo se observaron en un kilómetro a la redonda.
Que lo único que el volcán eyectó fue lodo y cenizas. Que no encontraron lava y que no vomitó ni siquiera una pequeña roca. Que la constitución geológica del monte Pelée no indicaba que estuviera compuesto de lava, lo que demostraba que no se trataba de un volcán capaz de vomitar fuego.
Que las erupciones anteriores, que crearon los dos cráteres conocidos históricamente, así como al Étang Sec y al lago entonces presente, habían sido de la misma naturaleza que la erupción actual, y que por lo tanto el Pelée debía ser clasificado como "Volcán de lodo" y no como "Volcán de fuego"..
Que las ciudades de St. Pierre y Prêcheur, localizadas respectivamente a 10 y 6 kilómetros del volcán, no deben temer ninguna erupción más poderosa que la presentemente estudiada. Que nada en el terreno muestra cambio alguno. Que la materia eyectada no llegó a más de un kilometro de distancia. Que los granjeros de los campos cercanos podían volver a trabajar tranquilamente.
Que no debía prestarse atención a posibles detonaciones ni había que temer a las descargas de ácido sulfhídrico.
Y por ultimo y cito:
"Nuestra conclusión es que el monte Pelée no parece ser más que otra curiosidad a ser agregada al catálogo de la historia natural de nuestra Martinica. Es una curiosidad que los turistas que la visiten disfrutarán y querrán ver, y que a través de la industria de los habitantes locales será una fuente de salud y bienestar. Cuando haya buen tiempo, los navíos vendrán de Francia cargados de viajeros, para admirar desde lejos la larga y ondulante pluma de humo blanco irguiéndose vertical en el cielo, y los visitantes la considerarán un decorativo y un bello complemento a la majestuosidad de nuestro viejo monte Pelée".


Ya en 1899 el volcán comenzó a mostrar signos de mayor actividad: luego, dos años antes de la erupción, en el verano de 1900, el cráter de Étang Sec comenzó a incrementar el tamaño de sus fumarolas y a liberar erupciones en forma de vapor ardiente, como había sucedido en 1792 y 1851.
Esta situación se mantuvo hasta principios de abril de 1902, cuando algunos excursionistas notaron que se habían formado nuevas fumarolas cerca de la cima del volcán. Como las fumarolas habían estado apareciendo y desapareciendo de lugar desde que se tenía memoria, ni el gobierno ni la población dieron importancia al hecho.
Las erupciones comenzaron el día 23 de ese mes, cuando una ligera lluvia de cenizas cayo sobre las laderas sur y oeste, acompañadas de fuertes movimientos subterráneos. Dos días más tarde, la montaña vomitó una gran nube de rocas y cenizas desde la cumbre, originada en el Étang Sec, que no causó daños. Al día siguiente, toda la región fue cubierta con una nube de cenizas, pero las autoridades tampoco vieron en esto motivo de preocupación.
El día 27, varios turistas treparon a la cima, y descubrieron al Étang Sec lleno de agua, formando un lago de 180 metros de diámetro. En una de las orillas había un montículo de escombros volcánicos de 15 m de altura que alimentaba al lago con agua hirviente.
El 30 de abril, dos ríos se desbordaron, arrastrando árboles y peñascos provenientes de la cima de la montaña. Las aldeas aledañas fueron cubiertas de ceniza.
La mañana del 2 de mayo a eso de las 11:30  se produjeron grandes explosiones, fuertes terremotos y una enorme columna de denso humo negro. La mitad septentrional de la isla quedó cubierta por cenizas y pómez finamente pulverizada. Toda esta actividad comenzó a repetirse a intervalos de entre 5 y 6 horas. Mientras tanto, los animales de granja comenzaron a morir por la contaminación de agua y comida con cenizas volcánicas.
El sábado 3 de mayo se levantó un viento del sur que arrastró las cenizas hacia el norte, aliviando la situación en St. Pierre. Al día siguiente la lluvia de cenizas se intensificó, y las comunicaciones quedaron interrumpidas. Muchos ciudadanos decidieron evacuar, llenando los barcos a capacidad.
Toda el área quedó cubierta de una capa de ceniza blanca tan fina que parecía  harina. Los animales, tanto salvajes como domésticos, huyeron. El  ingenio Guérin, ubicado a 3 kilómetros al noroeste de St. Pierre, fue invadido por millones de hormigas y ciempiés de más de 30 cm de longitud, que atacaban a todo caballo que se encontrara en su camino. En St. Pierre, cientos de víboras muy venenosas, tomaron las calles. Se ordenó al ejército exterminarlas a tiros, pero no pudo lograrlo antes de que las serpientes lograran matar a mas de 50 personas y muchos animales domésticos.
El 5 de mayo, la montaña amaneció calma en apariencia; sin embargo, a las 13 horas, el mar retrocedió súbitamente 100 metros y luego se precipitó a tierra nuevamente, inundando la ciudad, mientras una gran nube de humo aparecía en el lado occidental de la montaña. Una de las paredes del Étang Sec se derrumbó, arrojando una avalancha de lodo y agua hirviente a las aguas del Blanche, inundando el ingenio Guérin y sepultando al menos a 150 personas bajo una capa de barro de entre 60 y 90 metros de espesor.
Los refugiados de otras áreas de la isla llenaron St. Pierre, pero, esa misma noche, las perturbaciones atmosféricas producto de la actividad volcánica destruyeron las instalaciones eléctricas de la ciudad, sumiendo a los sobrevivientes en las tinieblas y aumentando así la general confusión. A las 2 de la madrugada del día siguiente, comenzaron a escucharse fuertes ruidos originados en el corazón de la montaña.
A las 4 de la mañana del miércoles 7, el monte Pelée aumento aun mas su actividad: las nubes de ceniza causaron relámpagos volcánicos alrededor de la cima, y ambos cráteres comenzaron a brillar nan luz entre roja y naranja en la oscuridad.
A lo largo de todo el día los pobladores intentaron huir de la ciudad, pero la mayor parte de la población rural trataba de refugiarse en ella, aumentando la población a varios miles, porque los periódicos seguían diciendo que la ciudad constituía un refugio seguro. La noticia de que el volcán St. Vincent estaba a su vez haciendo erupción en la vecina San Vicente convenció al público aún más de que la presión interna del Pelée se liberaría sin daños.
No todos creyeron, El capitán Leboffe, del vapor "Orsolina", zarpó abandonando el puerto con solo la mitad de su carga de azúcar embarcada, a pesar de las quejas de los armadores y de la amenaza de arresto. Pero la mayoría de la gente se negaba a abandonar St. Pierre. Incluso el gobernador Louis Mouttet y su esposa permanecieron allí.
Al atardecer, los temblores y la actividad de la montaña parecieron cesar nuevamente.
El Día de la Ascensión, 8 de mayo, una gigantesca erupción arrasó St. Pierre. Por la mañana, los pobladores observaban el espectáculo que desplegaba el volcán.
Una nave que se utilizaba para la reparación del tendido eléctrico tenía la ciudad a la vista desde el mar: la mitad superior de la montaña se desgarró, se abrió y exhaló horizontalmente una densa nube de humo negro. Una segunda columna de humo rodó ladera arriba, formando una gigantesca nube en forma de hongo que oscureció el cielo en un radio de 80 km. La velocidad de desplazamiento de estas nubes era de más de 670 km por hora.
El flujo piroclástico horizontal cayó por la ladera y aceleró en dirección a St. Pierre. Consistía en vapor supercaliente, gases volcánicos y polvo, todo calentado a temperaturas superiores a los 1.075 °C. En menos de un minuto envolvió la ciudad.Siguió un golpe de viento, esta vez en dirección a la montaña. Luego, durante la siguiente media hora, llovió una mezcla de barro, agua y cenizas. Durante las horas sucesivas, toda comunicación con St. Pierre estuvo cortada. Nadie sabía lo que había sucedido, las autoridades estaban inoperantes, y se desconocía la situación del gobernador.
Muchos pobladores fueron arrastrados por el mar y se ahogaron, la mayor parte de ellos marineros grandemente quemados que habían sido empujados al agua por la presión del flujo y cuyos cadáveres quedaron flotando a la deriva.
Se dice que solo hubieron 3 sobrevivientes,un preso de nombre Louis-Auguste Cyparis, el zapatero  Léon Compère-Léandre, que escribió un impresionante recuento de la erupción en sí y de los padecimientos de los escasos sobrevivientes  la niña Havivra Da Ifrile.
Mucha gente tiende a subestimar la naturaleza, muchos otros ni siquiera piensan en ello y solo algunos le ponen la atecion que merece, estos mismos muchas veces los tachan de locos o paranoicos, pero no seria mejor escucharlos un poquito para luego no tener que lamentarse?
Para mi un claro ejemplo de como la misma naturaleza intenta llamar la atencion de quienes habitan el planeta.

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